El sistema de pulseras antimaltrato, presentado como un escudo frente a los agresores, ha quedado en evidencia como un mecanismo fallido y gestionado con negligencia. Lo que debía ser un instrumento de protección se ha convertido en un símbolo de opacidad política y abandono de miles de mujeres.

En España, más de 4.000 mujeres llevan pulsera antimaltrato en la actualidad y, desde su implantación en 2009, se han gestionado más de 12.000 dispositivos. Sin embargo, la supuesta red de seguridad tecnológica se ha resquebrajado: la Fiscalía reconoció fallos técnicos en la migración de datos entre empresas en 2024 que provocaron la pérdida de información clave sobre órdenes de alejamiento. A ello se suman problemas críticos: geolocalizaciones imprecisas, congelamientos del sistema, alarmas sin r

See Full Page