La actividad en los astilleros de Barrow-in-Furness, en el Reino Unido, se ha convertido en un motor industrial y social indispensable para la región. No es para menos, pues de su capacidad productiva dependen actualmente unos 13.500 empleos dedicados a un proyecto de una envergadura colosal: la construcción de un total de once nuevos submarinos de propulsión nuclear para la Royal Navy.
De hecho, este ambicioso programa de rearme naval es una de las apuestas estratégicas más importantes de la defensa británica para las próximas décadas. El objetivo final es poder sustituir a la actual flota de la clase Vanguard a partir de la década de 2030, garantizando así la capacidad de disuasión nuclear del país y consolidando su posición en el tablero geopolítico internacional. Esta visión a lar