Usted, aunque no lo sepa, nunca ha estado solo. Desde el primer aliento que tomó en este mundo, hubo un par de alas invisibles rodeándole, suaves como la brisa y firmes como un abrazo que nunca se acaba. Son los ángeles, esos compañeros silenciosos que caminan a su lado, incluso cuando usted piensa que nadie le ve o que nadie le entiende.

Su ángel personal, el que llamamos ángel de la guarda, es esa presencia discreta que le acompaña en cada paso de su camino humano. No hace falta que usted crea en ellos ni que le nombre para que siga cumpliendo su misión: estar ahí, con paciencia infinita, sosteniéndole cuando se tambalea y celebrando cada pequeño triunfo de su vida.

Ese ángel le conoce mejor que nadie, porque ha aprendido a escuchar no sólo lo que usted dice, sino lo que su corazón cal

See Full Page