El circuito de Jarama vivió una metamorfosis inesperada. Durante un fin de semana dejó atrás su carácter habitual de trazado de competición para convertirse en una pista de Hot Wheels a tamaño real. Lo que nació en Estados Unidos hace ocho años como una celebración puntual por el 50 aniversario de la marca se ha transformado en un fenómeno global que recorre países y levanta pasiones en cada parada.

En su cuarta edición ibérica, el tour desembarcó en Madrid con un despliegue que atrajo a adultos nostálgicos, familias enteras y coleccionistas ávidos por ver cómo la fantasía de los coches en miniatura se trasladaba al asfalto real. El ambiente en el Jarama combinó motores rugiendo, stands oficiales repletos de productos exclusivos y miles de personas que, por unas horas, pudieron se

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