La noche en el Palacio de los Deportes comenzó cargada de expectativa y, durante unas horas, también de inquietud: la banda sueca Ghost llegó a la Ciudad de México en medio de una pequeña tormenta mediática tras la cancelación del primer show por una intoxicación alimentaria que afectó a su vocalista, Tobias Forge.

Tras aquella incertidumbre, la presentación de este 24 de septiembre se convirtió en una suerte de acto de reconciliación entre la banda y su público: entrega escénica, un repertorio que se pasea por gran parte de su discografía y la habitual puesta en escena que hace de cada concierto un rito colectivo.

La advertencia inicial —la cancelación del primer show y el traslado a un hospital por el cuadro que padeció Forge— dejó escenas de preocupación entre los fans y una ola d

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