Cantabria no solo es una tierra de paisajes verdes, montañas majestuosas y costa indómita. También es cuna de algunas de las figuras más destacadas de la literatura y la cultura españolas . A través de sus casas solariegas, palacetes y fincas rurales, la comunidad guarda un legado literario y patrimonial que merece ser reconocido, protegido y disfrutado. Muchas de estas residencias están hoy en proceso de restauración, en venta o en riesgo de desaparecer, lo que convierte esta ruta en un recorrido tan cultural como urgente.

Polanco: la casa natal de José María de Pereda

Uno de los nombres esenciales del costumbrismo español, José María de Pereda, nació en Polanco en 1833. Su casa solariega, aún en pie y en venta por un millón de euros, cuenta con un jardín donde crece un laurel que le regaló Benito Pérez Galdós , en señal de amistad. Allí nacieron obras como Peñas arriba o Sotileza , impregnadas del carácter montañés. El inmueble podría convertirse en casa-museo si prospera la iniciativa del Gobierno de Cantabria para declararlo Bien de Interés Cultural.

Mazcuerras: el universo femenino de la literatura cántabra

El pequeño municipio de Mazcuerras fue rebautizado durante el franquismo como "Luzmela", en honor a la novela de Concha Espina , una de las escritoras más influyentes de su época. En este enclave se concentran varias figuras femeninas destacadas: Consuelo Berges , Matilde de la Torre y María Blanchard . La casa de Espina está actualmente a la venta por 895.000 euros, mientras que la finca vecina de Josefina Aldecoa , conocida como Las Magnolias , ha sido recientemente adquirida y está siendo restaurada por el empresario Marcos de Quintos .

Vega de Pas: el sanatorio del doctor Madrazo

En este pueblo de los Valles Pasiegos se ubica la casa y sanatorio del doctor Enrique Diego Madrazo , quien fue represaliado durante la dictadura franquista. El Gobierno de Cantabria ha adquirido recientemente el edificio, con el objetivo de convertirlo en museo etnográfico de la comarca. El inmueble, incluido en la lista roja de Hispania Nostra por su riesgo de desaparición, representa una oportunidad para poner en valor la medicina rural y la historia social de la región.

Ucieda: arte en el Barrio de Abajo

El pintor expresionista Antonio Quirós y la artista María Blanchard tienen sus raíces en este enclave del valle de Cabuérniga. El Palacio Quirós , del siglo XVII, se encuentra en estado de abandono, pese a ser una joya patrimonial con capilla y muralla almenada. Este complejo refleja la necesidad urgente de intervenir en bienes culturales en riesgo.

Santander: la casa y biblioteca de Menéndez Pelayo

En la capital cántabra, la casa natal de Marcelino Menéndez Pelayo , uno de los intelectuales más influyentes de España, sigue siendo uno de los casos de recuperación más visibles. Aunque su biblioteca personal lleva más de seis años en obras, el inmueble sigue siendo un símbolo del saber y el pensamiento cántabro. Sus libros están temporalmente en el Archivo Histórico a la espera de su traslado definitivo.

De Lope de Vega a Calderón de la Barca: raíces escondidas

Cantabria también fue cuna o tierra vinculada a grandes nombres del Siglo de Oro. En Vega de Villafufre , la casa familiar de Lope de Vega fue rehabilitada y convertida en centro cultural. En Toranzo , se sitúa el origen familiar de Calderón de la Barca , quien evocó estas raíces en su obra Guárdate del agua mansa . También en Vejorís , a orillas del río Pas, Francisco de Quevedo visitó a sus ancestros y dejó constancia poética de una casa “tan solariega que no tenía tejado”.

Una red de memoria viva y oportunidades culturales

El caso más exitoso de conservación es la Casona de Tudanca , propiedad del Gobierno regional y vinculada a José María de Cossío . Esta residencia del siglo XVIII, con biblioteca incluida, no solo fue escenario literario (aparece en Peñas Arriba ), sino también centro de tertulias culturales de figuras clave del siglo XX.

Hoy, muchas de estas casas enfrentan destinos dispares: algunas en venta en portales inmobiliarios, otras en proceso de rehabilitación, y unas pocas convertidas en espacios culturales vivos . Su protección y puesta en valor no solo beneficia al turismo, sino que preserva el alma de una tierra donde las letras, la historia y la piedra están indisolublemente unidas.