El fin de semana pasado, se celebró en Torrejón de Ardoz el festival Brava, un evento musical, diverso y colorista que ha estado envuelto en polémica. Días antes, muchos medios recogieron la noticia del boicot al festival tras descubrirse que la empresa que lo gestiona había sido adquirida por un fondo proisraelí. Las alarmas se activaron y llegaron las protestas.

Algunos artistas cancelaron sus actuaciones y Twitter (X) ardió. Lo curioso fue comprobar que, en la vida real, nada de eso ocurrió. El festival se desarrolló en calma, con un público entregado al buenrollismo que también mostró su apoyo a Palestina. Una vez más, la brecha entre lo que se lee en las redes y lo que ocurre en las calles quedó en evidencia.

Y con la tele ocurre lo mismo. Estos días, OT 2025 está celebrando su prop

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