Regresar a Puerto Rico, aunque sea sensorialmente, está a una canción de distancia. Basta haber vivido fuera del país o mirar con detenimiento cómo la diáspora canta coros patrióticos para entender que la añoranza por la Isla se manifiesta, principalmente, a través de la música. Para el cuatrista boricua Quique Domenech, es un efecto de la caribeñidad.

“La música nos trae sensibilidad al ser humano. El niño que está expuesto a la música va creando esa sensibilidad. Entonces nosotros, como caribeños, nos identifica la cuestión musical. Creo que a través de la misma música conectamos con nuestra identidad. Nosotros siempre hemos tenido un problema existencial: ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? Nuestra identidad está como divagando por ahí y a través de la música la conseguimos. Averiguamo

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