La subsistencia del ser humano enfrenta una serie de amenazas invisibles que, aunque no siempre se perciben a simple vista, podrían tener consecuencias devastadoras a largo plazo. Estas amenazas no provienen únicamente del cambio climático o los conflictos bélicos, sino también de factores menos evidentes como la pérdida de biodiversidad microbiana, la degradación genética por exposición continua a contaminantes o el avance de virus con potencial pandémico. La fragilidad de nuestro sistema inmunológico frente a nuevas enfermedades emergentes se ha hecho especialmente visible tras la pandemia del coronavirus, que dejó en evidencia la rapidez con la que un agente microscópico puede alterar el equilibrio de la civilización moderna y poner en jaque su continuidad.
Desde el punto de vista ge