
Un accidente aéreo suele dejar un saldo devastador porque un avión que se precipita contra el suelo desde gran altura apenas ofrece margen para sobrevivir. La violencia del impacto y la velocidad hacen que las estructuras colapsen y los ocupantes apenas tengan opciones reales de salir con vida . Este escenario tan extremo ha alimentado la búsqueda de soluciones más allá de los sistemas tradicionales de prevención , y aquí aparece la propuesta de un grupo de ingenieros que pretende replantear la seguridad aérea.
Un grupo de jóvenes ingenieros quiere cambiar la forma en que se afrontan los accidentes aéreos
El Proyecto Rebirth se presenta como un sistema de supervivencia impulsado por inteligencia artificial que despliega airbags externos, fluidos inteligentes y empuje inverso para reducir las fuerzas de un impacto. La iniciativa, desarrollada por Eshel Wasim y Dharsan Srinivasan en el Instituto Birla de Tecnología y Ciencia Pilani de Dubái, busca transformar un siniestro en un aterrizaje con opciones de salvar vidas , algo inédito en la historia reciente de la aviación.
Las advertencias sobre las dificultades técnicas llegaron pronto. Expertos en seguridad aérea recordaron que los enormes airbags y los mecanismos asociados suponen un incremento de peso considerable , lo que afecta al consumo de combustible y a la eficiencia de los vuelos.
Ese obstáculo técnico no eclipsó la fuerza emocional que dio origen al proyecto, pues el germen fue el accidente de Air India en Ahmedabad en junio de 2025, donde la magnitud de la tragedia impulsó a los creadores a imaginar una salida diferente para futuros pasajeros.
El contexto de esa catástrofe personal dio paso a la construcción de un sistema pensado como última barrera. Frente a otras medidas que se centran en prevenir el accidente, esta idea se activa cuando la caída resulta inevitable . La diferencia está en que Rebirth prepara la aeronave para el choque, con tecnologías que funcionan como una secuencia coordinada para amortiguar el descenso y proteger a los ocupantes .
La propuesta se centra en un mecanismo que prepara el avión para el golpe final
Las cinco piezas del mecanismo actúan de manera encadenada. Un sistema de inteligencia artificial monitoriza en tiempo real la altitud, la velocidad, el estado de los motores y la respuesta de los pilotos. Cuando calcula que la colisión no se puede evitar por debajo de los 3.000 pies, inicia el despliegue. Airbags de alta velocidad se inflan en la nariz, la panza y la cola en menos de dos segundos para absorber parte de la energía.
En paralelo, se activa el empuje inverso mediante los propios motores o mediante propulsores de gas . El descenso se ralentiza entre un 8 % y un 20 %. En el interior, los asientos y paredes con fluidos no newtonianos permanecen blandos durante el vuelo y se endurecen al golpe, reduciendo lesiones. Finalmente, una carcasa naranja brillante, luces de salida, GPS y balizas infrarrojas guían a los equipos de rescate hacia los supervivientes.
El desarrollo requirió una fase intensa de prototipos. Los ingenieros trabajaron con materiales como Kevlar, TPU, Zylon y fluidos de absorción de energía. Un prototipo a escala 1:12 integró sensores de Raspberry Pi y botellas de CO₂ para comprobar los tiempos de despliegue. En simulaciones por ordenador, el sistema logró reducir en más del 60 % la fuerza de impacto . Ese enfoque se apoyó en el análisis de informes de accidentes previos y en la experiencia de sistemas de aterrizaje militar.
La idea empieza a abrirse paso en certámenes de innovación y conversaciones con fabricantes
La ambición de Wasim y Srinivasan también se refleja en los reconocimientos recibidos. El proyecto fue nominado al James Dyson Award 2025, un escaparate internacional para ideas de ingeniería con impacto real. Esa nominación llegó acompañada de la intención de entablar conversaciones con fabricantes de aeronaves y organismos reguladores con el objetivo de pasar de los planos y simulaciones a pruebas a gran escala.
Los siguientes pasos ya están diseñados. Los creadores planean ensayos en túneles de viento y en trineos de choque , además de alianzas con universidades y laboratorios especializados. Rebirth está concebido para adaptarse tanto a modelos nuevos como a aviones ya en servicio , lo que amplía sus posibilidades de implantación en la industria.
Los ingenieros confían en que, en unos años, cada vuelo pueda contar con esta tecnología como parte del equipamiento habitual , lo que convertiría la supervivencia tras un accidente en algo previsible en lugar de un golpe de suerte.