Segóbriga se encuentra en el cerro de Cabeza de Griego, dentro del municipio de Saelices, en la provincia de Cuenca. Los primeros asentamientos en la zona se remontan a la Edad del Bronce, aunque el desarrollo urbano significativo corresponde a un oppidum celtibérico que posteriormente fue incorporado al Imperio romano.
La ciudad alcanzó su apogeo entre los siglos I y II d.C., momento en que fue reconocida como municipium dentro de la provincia Tarraconense, con derechos administrativos que regulaban la vida urbana y social. La economía se basaba en la explotación de recursos locales, especialmente el lapis specularis, un yeso traslúcido utilizado en construcciones, y en la agricultura que sostenía a la población de la zona.
El yacimiento conserva restos de las principales construcciones romanas que articulaban la vida urbana: el teatro, el anfiteatro, las termas, el foro y los templos, así como la muralla que delimitaba la ciudad. Las excavaciones realizadas desde el siglo XX han permitido recuperar elementos arquitectónicos, pavimentos y mosaicos que aportan información sobre la organización del espacio público y privado, la función de los edificios y los sistemas de abastecimiento de agua.
Segóbriga también aparece en las crónicas romanas por su relevancia militar y administrativa. La ciudad fue atacada por Viriato durante las guerras contra Roma, hecho que evidencia su importancia dentro de la conquista de Hispania. Posteriormente, su desarrollo continuó bajo la administración romana, integrando costumbres, infraestructura y sistemas de gobierno propios de una ciudad del Imperio. La combinación de restos arqueológicos y documentación histórica permite reconstruir la vida cotidiana, los rituales religiosos y los espacios de entretenimiento, ofreciendo una visión completa de su evolución desde el periodo celtibérico hasta el final de la ocupación romana.
Organización urbana y construcciones públicas
El parque arqueológico de Segóbriga, situado en el cerro de Cabeza de Griego en Saelices (Cuenca), alberga una ciudad romana que se desarrolló sobre un asentamiento celtibérico. La ciudad muestra una planificación urbana característica de las ciudades romanas, con calles, plazas y edificios públicos que permiten comprender su estructura y funcionamiento. Entre las construcciones destacadas se encuentran el teatro, el anfiteatro, las termas monumentales, el foro y el aula basilical, así como la muralla y la puerta norte que delimitaban el recinto urbano.
El teatro romano de Segóbriga, uno de los monumentos más sobresalientes del yacimiento, fue construido entre los siglos I y II d.C. y se inauguró en tiempos del emperador Vespasiano, hacia el año 78 de nuestra era. Aunque es uno de los más pequeños de Hispania, su conservación permite apreciar la estructura original y el uso que se le daba para representaciones teatrales.
El anfiteatro, construido entre los siglos I y II d.C., era el mayor edificio de los que se construyeron en la ciudad y estaba destinado a las luchas entre gladiadores, entre fieras o entre hombres y fieras, las denominadas venationes. Su ubicación frente al teatro sugiere una planificación que integraba espacios destinados a diferentes tipos de espectáculos públicos.
Patrimonio arqueológico y acceso público
El parque arqueológico de Segóbriga fue declarado Monumento Histórico-Artístico por decreto de 3 de junio de 1931 y Bien de Interés Cultural. Desde la década de 1960, se han llevado a cabo excavaciones y restauraciones que han permitido poner en valor los principales monumentos de la ciudad romana, como el teatro y el anfiteatro.
El acceso al yacimiento se organiza mediante recorridos señalizados que permiten visitar los distintos edificios y recintos, con paneles interpretativos que explican la función de cada espacio y el contexto histórico de la ciudad. Además, se ofrecen visitas guiadas que proporcionan información detallada sobre la historia y la arquitectura del lugar.
El entorno natural en el que se encuentra Segóbriga permite identificar la razón estratégica de su ubicación. La elevación del cerro favorecía la vigilancia y defensa del asentamiento, mientras que la cercanía a recursos hídricos y rutas de comunicación facilitaba el desarrollo económico. La combinación de estos factores explica la permanencia de estructuras visibles y la posibilidad de reconstruir aspectos de la vida urbana y social de la ciudad romana.