Se olvidaron en el palco de ordenar un minuto de silencio en una fecha tan señalada como el 26 de septiembre, y se olvidaron de un nombre tan glorioso como el de , que dejó su vida en un ruedo tal día como hoy, en 1984. Tampoco nadie se acordó de un novillero local, que el día anterior había salido a hombros, para cubrir la baja del herido . Esa vacante fue ocupada finalmente por , que sí supo sacar rédito de esta sustitución y paseó la única oreja de la tarde, perdiendo la puerta grande al hacerse un lío con los estoques para acabar con su primero.
Se lidió un encierro de San Isidro, ganadería debutante en la feria, que echó dos novillos —primero y segundo— muy justos de presencia, chicos y comodísimos, y otros dos con mucho más cuajo y seriedad y, además, de mucho mejor comportamien