El transporte de carga volvió a quedar en el centro del debate nacional tras la entrada en vigor del Decreto 1017. La norma, que fue expedida sin periodo de transición, reordenó de manera radical las reglas para el sector y abrió un pulso que mezcla tensiones técnicas, económicas y políticas.

Lo que el Gobierno presentó como una modernización largamente esperada, los gremios empresariales lo interpretaron como una carga adicional difícil de asumir.

Uno de los cambios más visibles está en la manera de pactar los fletes. El decreto prohíbe que se acuerden valores por debajo de los costos mínimos calculados por el Sice-TAC, el sistema que determina variables de cada ruta.

Con esta medida se busca acabar con los viajes “a pérdida” y garantizar pagos más justos. A esto se suman nuevas regla

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