La ONU ha advertido que la inteligencia artificial (IA), aunque poderosa, conlleva riesgos importantes si no se regula correctamente. Aun así, puede ser una aliada clave para enfrentar el calentamiento global y acelerar acciones climáticas efectivas.

Se está usando IA para optimizar sistemas energéticos: desde redes de distribución eléctrica hasta microgrids que combinan fuentes renovables, de modo que haya menos desperdicio y mayor estabilidad. También sirve para modelar riesgos climáticos, como inundaciones o sequías, con mayor precisión que los métodos tradicionales.

El principal desafío que señalan los expertos es el consumo energético de los grandes centros de datos, que alimentan estas IA masivas. Si esos centros no utilizan energía renovable, podrían anular parte del beneficio

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