En la Fundación Anar, especialistas en la atención a la salud mental del colectivo adolescente, manejan el concepto de «soledad acompañada» para referirse a aquellos chicos y chicas que, a pesar de encontrarse rodeados por su familia, se sienten solos y acusan la carencia de «referentes emocionales» a la hora de enfrentar las dificultades cotidianas. Pero la sensación de soledad, aislamiento o incluso desamparo no afecta únicamente a los chavales en la encrucijada de la pubertad, sino también a los adultos. Y la compañía, como ocurre en su caso, no es una vacuna que garantice una inmunidad total contra el fenómeno.
Así se deduce de la última encuesta publicada por el Instituto Galego de Estatística (IGE), que analiza el bienestar social de los hogares gallegos y de sus habitantes mayores