Tal como ocurre con las pieles maduras, que tienen unas necesidades distintas de las jóvenes, también el cabello cuando empieza a experimentar los primeros signos de envejecimiento requiere unos cuidados específicos. El paso del tiempo hace que la actividad de las células ubicadas en la raíz del cabello, los melanocitos, se vayan reduciendo poco a poco y sean incapaces de seguir cumpliendo su función de pimentar el cabello. Al mismo tiempo, las células del cuero cabelludo necesitan más tiempo para multiplicarse y los cabellos se vuelven más finos, frágiles y apagados.

Otro de los inconvenientes que llegan con esta etapa es el ralentizamiento de la microcirculación sanguínea, que disminuye y conduce al cabello cada vez menos oxígeno y nutrientes que necesita para gozar de buena salud. Eso

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