A veces, los soldados que se quedan de guardia a solas en la Academia de Ingenieros del Ejército "oyen cosas, ven luces" entre las jaras y encinas del paraje de Matalasgrajas. Cerca, en un monte del término madrileño de Hoyo de Manzanares, queda el campo de tiro de El Palancar, el lugar en el que, hace 50 años, se llevaron a cabo tres de los cinco últimos fusilamientos del franquismo.

Se lo relata a este diario un oficial, despojando al caso de parte de su misterio: "Se ve que, con la dilatación y el calor, se producen ruidos entre las peñas. Pero no lo cuenta solo un soldado; ya se lo he oído a varios», dice. Un detalle menos paranormal pero igualmente legendario apunta un teniente vestido con su mismo uniforme: "En aquel lugar, a veces aparecen ramos de flores".

Ambos relatos forman

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