En lugar del fuego, se usa una mezcla de agua y sustancias químicas para disolver el cuerpo, dejando tan solo huesos parcialmente hidratados y un líquido residual.

En unas horas, lo que fue cuerpo retorna al ciclo natural, de forma más suave que la cremación tradicional.

Para muchas personas, esta opción tiene un valor simbólico profundo: hay quienes sienten que el agua los conecta con algo más natural, espiritual, que otorga un adiós más sereno.

Además, desde lo ambiental, es una alternativa al uso intenso de combustibles fósiles y emisiones que genera la cremación por fuego.

Pero no fue algo que apareció por arte de magia. Personas preocupadas por la “muerte verde” comenzaron a investigar alternativas como la reducción orgánica humana, compostaje, y la cremación por agua.

El sector

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