No se engañen. Ni tenemos buenos líderes, ni existen ya las ideologías. La escena internacional parece un manicomio de lujo. El mundo arde en guerras, crisis humanitarias, catástrofes climáticas y desigualdades obscenas, mientras quienes deberían conducirlo apenas muestran la estabilidad emocional necesaria para dar un discurso coherente, mucho menos para guiar a millones de personas.
Se nos insiste en que el planeta está dividido en dos polos. Pero estos no son más que una pobre caricatura de ideología, eslóganes vacíos que se usan como anestesia colectiva. Lo cierto es que detrás de la retórica grandilocuente no hay proyecto, no hay doctrina, no hay visión. Solo egos inflados y la pulsión incontrolada de mantenerse en el poder a cualquier precio.
Algunos líderes actúan con la paranoia