La IA -que ostenta tantas potencialidades para la salud, la economía, la agricultura, etc- no posee sin embargo “empatía”: no es capaz de interpretar las lágrimas de quien sufre ni los silencios de una persona angustiada. Pero ha ocurrido algo más grave aún. El caso de la trágica muerte de un adolescente, que habría planificado su propio suicidio con la ayuda de ChatGPT, no es sino el síntoma de un problema sistémico. Este caso revela cómo la inteligencia artificial, proyectada hacia la dependencia psicológica y el dominio de mercado, pueden explotar la vulnerabilidad humana.
El caso Adam Raine
Ha tomado estado público internacional lo sucedido con Adam Raine, el adolescente de 16 años, de Ohio, Estados Unidos, que, según la denuncia de los padres contra la poderosa empresa OpenAI, habrí