Jonathan Maldonado Hernández, uno de los sobrevivientes del ataque en Iguala, Guerrero, ocurrido el 26 de septiembre de 2014, falleció el 6 de mayo de 2025 a los 32 años. Su muerte fue confirmada por el Colectivo Nacional de Sobrevivientes del Caso Ayotzinapa, que denunció el abandono institucional que sufrió durante más de una década.
Maldonado no solo fue una víctima de aquella trágica noche, sino un actor clave en la búsqueda de justicia por los 43 normalistas desaparecidos de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa. A pesar de las secuelas físicas y emocionales que le dejó el ataque, como la pérdida de varios dedos y ansiedad crónica, dedicó gran parte de su vida a colaborar con las investigaciones sobre este crimen de Estado.
Licenciado en Educación Primaria, Jonathan participó en los trabajos de la Unidad Especial de Investigación y Litigación del Caso Ayotzinapa, que depende de la Fiscalía General de la República. También fue un colaborador importante del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), creado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Su testimonio, junto al de otros 20 sobrevivientes, fue fundamental para documentar que los normalistas fueron víctimas de al menos nueve ataques distintos durante la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, en los que participaron policías municipales, estatales y miembros del grupo criminal “Guerreros Unidos”.
El aporte de Jonathan fue esencial para desmontar la llamada “verdad histórica” y construir una narrativa basada en pruebas y testimonios sólidos, que han sido cruciales para mantener viva la exigencia de justicia, incluso diez años después de los hechos.
Tras sobrevivir al ataque, Jonathan solicitó en múltiples ocasiones apoyo psicológico y psiquiátrico a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), pero nunca recibió la atención adecuada. Vivió con secuelas físicas dolorosas y una condición emocional frágil, marcada por la ansiedad y la depresión. Aunque las causas exactas de su muerte no fueron divulgadas, el Colectivo de Sobrevivientes indicó que su deterioro psicológico fue un factor decisivo.
En un documento dirigido a la presidenta Claudia Sheinbaum y a organismos de derechos humanos, el colectivo denunció que Jonathan “murió en el completo abandono por parte de las autoridades” encargadas de su protección y atención. A 11 años de los acontecimientos que revelaron un crimen de Estado, el testimonio y la lucha de Jonathan y otros sobrevivientes siguen siendo un vestigio de las voces que, desde la resistencia, continúan exigiendo justicia por el caso.