En la Asamblea General de la ONU se escucharon tres acentos latinoamericanos que, más allá de sus diferencias, dibujan el escenario de un continente confrontado con la crisis global. Gustavo Petro con la denuncia profética, Javier Milei con la prédica neoliberal y Claudia Sheinbaum con el pragmatismo científico. Tres estilos, tres diagnósticos, pero un mismo abismo: la cuenta regresiva hacia el colapso climático y social.
Petro irrumpió como un acusador incómodo. Señaló la “irracional guerra contra las drogas”, la dependencia fósil, los genocidios silenciados y el riesgo de que la humanidad viva su última década antes del colapso irreversible. Con ironía preguntó: “¿Qué es más venenoso para la humanidad: la cocaína, el carbón o el petróleo?”. Su diagnóstico fue brutal: la guerra contra la