ECP*
En la política contemporánea abundan los adjetivos: populista, radical, conservador, outsider, libertario, antisistema. Pero hay uno que resume con precisión quirúrgica el estilo de Javier Milei: estridente. No es un término técnico ni un concepto de manual, pero capta lo esencial de un personaje que ha convertido el ruido en método, la gesticulación en programa y la confrontación en razón de ser. Milei es estridente porque no sabe —o no quiere— pasar desapercibido. Su valor político radica en estar siempre en el centro del escenario, incluso si para lograrlo debe incendiar el teatro.
Su expresión corporal es un espectáculo en sí mismo: ojos desorbitados, manos agitadas como hélices, inclinaciones hacia adelante que parecen ataques frontales.
Cada gesto es una exclamación, cada fra