Lo saben hasta el papa de Roma y el tendero de la esquina: los niños siempre tienen la razón de la sinrazón. Por eso les cedo los trastos para que ejerzan la irreverencia, la ironía, el humor, la poesía:
La primera película que vi fue de vaqueros. Me enamoré del pistolero protagonista y me imaginaba los abrazos y besos que me daría. Muy preocupada fui adonde el párroco a confesarme de mis malos pensamientos. El cura me preguntó la edad y le contesté que 12 años.
Me tranquilizó y me aseguró que sentir lo que yo le contaba no era pecado y que nunca me volviera a confesar por eso. Desde entonces nunca volví a confesarme. (Historia contada por la poeta María Elena Quintero, viuda del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, a quien esta noche el Ballet Folklórico de Antioquia honrará en el teatro