La bandera de cuadros fue la catarsis definitiva de Marc Márquez. El final de un infierno que empezó en Jerez, con una caída en la que se rompió el húmero derecho y le obligó a pasar por quirófano varias veces, y concluyó este domingo con su noveno título mundial, el séptimo de MotoGP. Por eso, el '93' no pudo evitar romper a llorar al cruzar la línea de meta, antes de encontrarse con su hermano Álex para fundirse en un abrazo con él.

Llevándose las manos a la cabeza, sin poder creerse que volvía a ser campeón del mundo, acabó la carrera. Se echó sobre su moto y no pudo contener las lágrimas, que fueron a más cuando alguien se acercó a su espalda y colocó la mano en su pierna izquierda para felicitarle. Era Álex, sexto en el Gran Premio de Japón.

El pequeño de los Márquez acercó su moto

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