Leo La tierra purpúrea, la burbujeante novela de W. H. Hudson, en una edición uruguaya con traducción de Idea Vilariño y prólogo de Ruben Cotelo, alguien que declara con júbilo que Hudson era del Partido Blanco y de corazón rosista. Me pregunto qué dice Bioy Casares en el enorme diario en el que anota sus conversaciones con Borges. Descubro que los dos amigos no hablan mucho de Hudson, y tampoco hablan muy bien. Borges dice que no hace falta mucho vuelo para escribir sobre Hudson, que en Inglaterra lo ponen en su lugar de escritor menor, que macaneaba mucho y que le parece que el escocés Cunninghame Graham, otro amigo de Conrad que se ocupó de las pampas, era “más exacto y de una categoría superior”.

Me sorprendieron esos comentarios porque contrastan con la Nota sobre The Purple Land que

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