El reciente asesinato de Miguel Uribe estremeció al país, no solo por su crueldad, sino porque entre los responsables había un adolescente que apretó el gatillo. Este hecho doloroso nos obliga a cuestionarnos: ¿es suficiente la justicia de infancia y adolescencia en Colombia para responder a la magnitud de delitos tan graves? La respuesta es evidente: se necesita una modificación profunda y tal vez en urgencia.
Cuando se diseñó el sistema penal para adolescentes, se partió de la idea de jóvenes con una madurez limitada, incapaces de dimensionar las consecuencias de sus actos. Hoy esa premisa ha venido quedando atrás. Un adolescente de 14 o 15 años tiene acceso a internet, redes sociales, contenidos que amplían su visión del mundo, contacto culturales y emocionales con mayor avance, lo que