Hace 42 años, a las 16.30 horas, la ciudad de Santa Fe perdió más que una estructura vial; perdió una parte tangible de su identidad. El 28 de septiembre de 1983 quedó grabado en la memoria colectiva como el día en que el Puente Colgante , inaugurado en 1928, sucumbió ante la furia de una crecida histórica del río Paraná.
La magnitud del evento fue colosal. El caudal del río se estimó en unos impactantes 50.000 metros cúbicos por segundo, de los cuales 10.000 pasaron con violencia bajo la estructura, arrastrándola hacia la Laguna Setúbal. La imagen de su silueta rota se convirtió, por casi dos décadas, en una dolorosa metáfora de la vulnerabilidad de la ciudad frente a su entorno natural.
Tragedia anunciada: la combinación letal de agua y cemento
El colapso, si bien provocado por la