En el antiguo San Luis, donde hoy se traza la calle de Mier y Terán, corría un arroyo que dio origen a vecindarios bulliciosos. Allí se alzaban mesones, pulquerías y billares de clientela ruda y pendenciera. Entre los tugurios destacaba El Arco Azul, donde acudían arrieros, comerciantes y vagabundos. En ese ambiente aparecieron Pioquinto Salazar y Polonio Ortiz, campesinos ignorantes pero de manos firmes en la fragua. Pronto adquirieron fama fabricando cuchillos, trabucos y arcabuces, alternando el fuego del taller con jicarazos de pulque. Su vida dio un giro cuando la leva los atrapó y fueron enrolados en el cuartel de artillería.

Al principio se rebelaron, insultando y negándose a morir “por la patria”. Los cintarazos de los oficiales sofocaron su rebeldía, y terminaron como artilleros.

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