La muy mal presentada y descastada corrida de Núñez del Cuvillo rompió las expectativas del festejo más interesante del ciclo
Si no hay toro, la fiesta pierde todo su sentido. Y hoy no los ha habido. En su lugar, una indecente novillada por pésima presentación, sin cara, sin fortaleza, sin codicia, sin casta y con mucha sosería en las entrañas. Y, claro está, la corrida de más expectación de la Feria de San Miguel se fue al traste por el precipicio de las más absoluta desesperación.
¿Culpables? El ganadero que crió los toros y los apartó para Sevilla; los veedores de los toreros, que los eligieron; la empresa, que los compró; la autoridad, que los aprobó, y el bendito público de esta ciudad, que aguanta lo que le echen sin decir ni pío.
Pues quede claro que la tercera corrida de feria h