Racing venía con la sangre en el ojo, el equipo con paso ganador, funcionamiento, localía y hasta con la suerte a su favor, para torcerle el brazo a su clásico vecino, que está en la mala.
Costas no guardó nada y pudo lo que tenía a mano para llevárselo en la primera parte y regular en el segundo tiempo, pero el gol no cayó y el segundo período fue otra cosa.
Independiente -ahora de Quinteros- empezó a encontrar los huecos para lastimar de contragolpe y le llegó más a un local que empezaba a sentir el desgaste de la doble competencia.
Tan claro quedó establecido el partido que Galdames, solo y con todo el tiempo del mundo, desperdició lo que hubiera sido el triunfo del Diablo Rojos.
OTRA TOMA DEL MANO A MANO
El mediocampista chileno quiso cachetearla contra un palo y se le fue por cen