La reciente polémica por los fallos en las pulseras telemáticas , creadas para proteger a las víctimas de violencia de género, ha encendido las alarmas en toda España . Estos dispositivos, diseñados para vigilar que los agresores no se acerquen a las mujeres que han denunciado malos tratos, son mucho más que una herramienta tecnológica: representan una promesa de seguridad.

Sin embargo, cuando se descubre que pueden fallar, el impacto no es solo técnico. “En un primer momento aparece mucho miedo, incluso sensación de pánico”, explica la psicóloga Macu Gortázar en una entrevista en Poniendo las Calles . “La víctima piensa: ‘He depositado mi confianza en el Estado y ha fallado’”, señala con preocupación. De la confianza a la desprotección

Europa Press

Pulsera electrónica de ge

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