Mario Conde, banquero envidiado y muy poderoso a principios de los años noventa del siglo pasado, que también tenía aspiraciones políticas, decía cuando cayó en desgracia que «es difícil convivir con la crítica». Pedro Sánchez no ha dicho nada, pero tampoco es ningún secreto que, a menudo, las críticas le molestan, le irritan, cuando no le indignan. Las personales, comprensible, y las que afectan a su labor de Gobierno. Poco a poco, en sus años en la Moncloa, ha controlado casi todas las instituciones y organismos públicos que, de forma directa o indirecta, podían criticarle o le resultaban incómodos. Ahora, está pendiente de controlar también la Airef (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), que preside Cristina Herrero.

La Airef es el organismo que tiene por objeto velar por

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