Es las 9 de la mañana y mientras la ciudad está sumergida en el ruido y el acelerado ritmo de los tiempos modernos, Silvia Ayerve Bombilla hace una pequeña pausa a su rutina que la cumple fielmente desde hace algunos años. Lleva ya cuatro horas despierta. A las 5 de la mañana se levanta para rezar antes de hacer sus ejercicios matutinos. Sentada en uno de los sillones de su sala, la pequeña mujer alza su mirada y sonríe para responder que el secreto de su longevidad “es llevar una vida activa, comer sano y no buscar problemas”. Los 102 años que lleva a cuestas, han hecho un poco más lento su andar, pero no le pesan tanto para continuar con su vida.
Aunque sus delgadas y arrugadas manos delatan el paso del tiempo, sus recuerdos y su disciplina están intactos, son el retrato de una persona