La Ciudad de México y su zona conurbada enfrentan desde hace décadas retos constantes en materia de calidad del aire . Su localización geográfica —un valle rodeado de montañas— limita la dispersión de contaminantes como ozono y partículas contaminantes , especialmente en temporadas de altas temperaturas y radiación solar intensa . A ello se suma la densa circulación vehicular y el uso de combustibles fósiles en gran parte del parque automotor.

Estos contaminantes son nocivos para la salud , generando efectos adversos como irritaciones respiratorias, asma, exacerbación de enfermedades pulmonares y riesgos cardiovasculares. Por esa razón, las autoridades ambientales establecen límites máximos y alertas (contingencias) para adoptar medidas emergentes cuando se superan umbrales est

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