29-09-25.-Carlos Caravallo, desde niño, ha tenido al mar como su vida. Desde los 11 años, comenta, empezó a pescar en isla de Margarita, en el mar Caribe venezolano, y desde entonces ha hecho de esas aguas su sustento de vida y su base de alimentación por casi 30 años.
Caravallo ha aprendido a sobrellevar el temor que siempre ha sentido su familia ante los peligros cotidianos de su oficio.
“Ellos tienen miedo cuando salgo a pescar porque la vida del pescador es así. Salimos de noche y no sabemos los peligros que nos vamos a encontrar allá afuera”, dice el pescador de 39 años.
Hasta hace siete semanas su rutina estaba marcada por las corrientes y el oleaje, pero ahora cuenta que la preocupación es mayor: la tensión inédita que ha traído la presencia de ocho buques destructores y un subma