La última conversación de Sulma Santos con su hermano José Osmín fue breve y entrecortada desde un centro de detención en Nueva York. Él le advirtió que pronto lo enviarían de regreso a El Salvador. Desde entonces, no volvió a escuchar su voz. Su nombre aparecía en la lista de deportados, pero tachado. Nadie le ha explicado por qué.
De acuerdo a el diario El País de España, algo similar ocurrió con Brandon Sigaran y William Martínez. Jóvenes que llegaron a Estados Unidos buscando futuro, pero terminaron devueltos bajo sospechas de pandillas nunca comprobadas. Sus madres, hermanas y parejas han tocado puertas en ambos países sin encontrar respuestas. Cada trámite termina en silencio o evasivas.
Ante esa ausencia de información, abogados y familias acudieron a la Corte Interamericana de De