Por. Angie Montaño Romero

El conflicto entre israelíes y palestinos no es solo una disputa por tierra, fronteras o soberanía. Es, ante todo, un choque de memorias. Por un lado, el pueblo judío carga con el peso del Holocausto, una herida histórica que justifica, en su imaginario colectivo, la necesidad de un refugio seguro. Por el otro, el pueblo palestino vive con la Nakba como eje de su identidad nacional: el despojo, el exilio y la fragmentación de su territorio desde 1948.

Estas dos narrativas no son mutuamente excluyentes, aunque muchas veces se presenten como si lo fueran. El sufrimiento de uno no anula el del otro. Sin embargo, mientras cada lado insista en que su dolor es el único legítimo, la violencia seguirá reproduciéndose en un ciclo sin fin. Los bombardeos en Gaza, los asen

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