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“Recuerdo el color azul. Ese me lo acuerdo bien. Y los árboles. Las hojas de los árboles. Si me das un lápiz y un papel te lo dibujo de memoria”, y la risa se le escapa y le ilumina la cara.
Ezequiel quedó ciego a sus siete años: “de bebé me dieron lampara en la incubadora sin protección y de a poco se me desprendió la retina. Un día en el colegio me golpeé y me fui a dormir. Cuando me levanté ya no veía nada” explica mientras mueve la pelota donde suenan cascabeles y entonces dice que “la primera vez que escuché la pelota me enamoré”. Pero la historia comenzó mucho antes.
Ezequiel Osvaldo Fernández es futbolista del equipo de los Murciélagos. La selección argentina de futbol ciego. Es, además, considerado el mejor jugador del mundo, titulo que deshace con una sonrisa y algo de falt