Como fiel retrato del aparato represivo del Estado, no cabe duda que la acusación criminal contra James Comey, exdirector del Negociado de Investigación Federal (FBI, por sus siglas en inglés) también es una estocada a la prensa. La recién designada fiscal federal Lindsey Halligan -exrepresentante legal privada de Donald Trump- al acusar al archienemigo del presidente, “mata dos pájaros con un mismo tiro”. El eje central del pliego acusatorio de escasamente página y media, no solamente denuncia a Comey, sino que va al tuétano de la pretensión del Estado de revelar fuentes confidenciales de la prensa (Criminal Núm. 1:25-CR-272, 25/septiembre/2025). Con ello, politiza el poder del Estada para criminalizar y, pretende congelar, la labor de fiscalización de una prensa libre que depende de mant

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