La Euroliga , máxima competición europea de clubes, afronta una nueva temporada sacando pecho por el espectáculo que siempre trae consigo, multiplicado incluso por el aumento de participantes de dieciocho a veinte, pero al mismo tiempo tratando de ponerse a cubierto ante dos situaciones externas que amenazan su prestigio; la intención de la NBA con la FIBA de crear una liga en el V iejo Continente y la presencia de dos equipos israelíes.

Con ambos aspectos, y lo que vaya derivando de ellos, tendrá que convivir a lo largo de un curso que en lo deportivo se presenta tan atractivo como siempre y que, tras el experimento de llevar la Final a Cuatro de la 2024-2025 a Abu Dabi, recupera parte de su esencia trasladando el desenlace a una ciudad con gran tradición de baloncesto como Atenas

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