Efraín Juárez parecía tenerlo todo en Atlético Nacional. El respaldo de los hinchas tras conquistar dos títulos, la confianza de los jugadores que creyeron en su proyecto y el aval absoluto de los directivos, que lo habían respaldado para dar su primer salto como técnico en propiedad. Sin embargo, cuando la Copa Libertadores asomaba en el horizonte, el mexicano tomó una decisión inesperada: renunciar al banquillo verde, apelando a una excusa que en el club calificaron como “tonta” y poco sincera.
Su partida dejó un sinsabor en la institución y un vacío difícil de llenar. No solo por la forma en la que se fue, sino también porque se conoció que Juárez había estado involucrado en cada decisión de la planeación deportiva para la temporada.
EL COLOMBIANO accedió a conversaciones privadas que