Los seres humanos, a lo largo de la vida, logramos conocimientos, capacidades, y actitudes –articuladas sinérgicamente– que se denominan competencias de aprendizaje. Esto es posible cuando los estímulos educativos se enlazan con “lo aprendido antes” por cada persona. Por eso, cuando un docente enseña debe tener en cuenta los saberes previos de sus alumnos, pues constituyen el punto de partida para planificar lo nuevo que se va a enseñar.

Cada ser humano posee una estructura afectiva y cognitiva que se va formando consciente y subconscientemente, de acuerdo con su desarrollo evolutivo en su entorno físico, social y simbólico. Por tal motivo, el en cualquier acto pedagógico el estudiante pone en juego sus experiencias directas y subyacentes –positivas y negativas– que lo han marcado desde e

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