El pueblo que esconde un valle rojo similar al planeta Marte
Entre montañas altiplánicas y un cielo que parece tocarse con la mano, se encuentra un pequeño caserío de menos de 300 habitantes que guarda uno de los paisajes más impactantes de la provincia. Con una plaza central, calles tranquilas y una iglesia colonial de piedra, conserva la esencia de tiempos pasados.
La gastronomía también tiene un rol fundamental en este pueblo, donde los vecinos invitan a probar sabores auténticos: desde humitas y locros hasta preparaciones con quinoa, carne de llama o trucha de río. Cada comida se convierte en un encuentro cultural, especialmente durante las ferias y celebraciones locales que animan la plaza .
Pero la verdadera joya está a pocos kilómetros: un valle multicolor que, por su geología