Ibn Battuta, el célebre viajero marroquí del siglo XIV, describió el acto de viajar como algo que primero embarga el silencio, pero que finalmente transforma al viajero en alguien que cuenta historias. Esa frase resume su legado: una rihla (crónica de viaje) que va mucho más allá de los destinos recorridos.

A los 21 años, Battuta partió de Tánger con el propósito de hacer el hajj a La Meca, pero sus viajes se extenderían durante casi tres décadas. Atravesó el norte de África, Oriente Medio, Asia Central, India, y hasta regiones tan remotas como las islas Maldivas y el sureste asiático.

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