La línea de crédito flexible (LCF) entre Colombia y el Fondo Monetario Internacional (FMI) es un acuerdo de carácter precautorio que otorga al país acceso inmediato a recursos financieros en caso de choques externos que puedan afectar la estabilidad económica.

Colombia renovó esta línea de crédito en varias ocasiones desde su primera aprobación en 2009. La LCF no impone condicionalidades tradicionales ni requiere el cumplimiento de metas específicas, sino que se concede a países con fundamentos económicos sólidos y políticas institucionales robustas. Su objetivo principal es fortalecer la confianza de los mercados y la estabilidad macroeconómica, pues actúa como respaldo financiero ante posibles turbulencias internacionales.

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