A las ocho de la mañana, Malena Grandio ya revisa el cronograma desde un rincón del backstage. El recinto todavía está en silencio: solo se escuchan conversaciones entre técnicos que instalan luces y asistentes que descargan cajas con vestuario exclusivo. El desfile comenzará a las seis de la tarde, pero la lista de tareas es extensa: montaje de escenario, pruebas de sonido, ajustes de iluminación, fittings, coordinación de modelos, control de cámaras y revisión final del guion visual.
Mientras supervisa el montaje, Grandio alterna llamadas con proveedores internacionales y mensajes de voz a distintos equipos. Habla en inglés con el departamento de sonido, en español con asistentes que llegan desde México y en francés con un coordinador creativo que colabora desde París. Su capacidad para