El Perú figura entre los que más han retrocedido en los rankings internacionales de libertad de prensa. Dicho retroceso es tan solo un síntoma inequívoco de la erosión democrática y de la consolidación de un poder político autoritario que percibe al periodismo independiente como un adversario a neutralizar.

Al respecto, vale recordar a quienes detentan cargos de autoridad política y leen estas líneas que la libertad de prensa es la manifestación concreta de la libertad de expresión y, en consecuencia, un derecho ciudadano. Golpear, escupir, silenciar o intimidar a un periodista equivale a mutilar el derecho colectivo de la sociedad a estar informada. Esa noción elemental parece haber sido borrada del horizonte que regenta el país.

Los ataques han adquirido múltiples formas. Desde la cúsp

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