Al morir el Dr. José Gregorio Hernández, en 1.919, todos los que le habían conocido de cerca estaban de acuerdo en que había sido un cristiano convencido y practicante, y un médico competente y honesto.
Precisamente porque el Dr. Hernández Cisneros había sido bueno podía ser propuesto al resto de los venezolanos como un modelo. Y como esta bondad nacía de sus convicciones cristianas fundamentalmente la Iglesia consideró la posibilidad de estudiar a fondo su vida, a fin de proponerla como «digna imitación» al resto de los bautizados.
Con tal motivo se inició pronto el proceso de su canonización. Han sido largos años de investigación profunda sobre sus virtudes. La Iglesia necesita estar segura de que la conducta de un bautizado ha sido intachable antes de elevarlo a los altares. Lo mismo