En la ciudad israelí de Sderot, a pocos kilómetros de Gaza, uno de los puntos que milicianos de Hamás asaltaron en sus ataques de octubre 2023 y donde mataron a 70 personas, la normalidad se ha vuelto a imponer en estos casi dos años de ofensiva en el territorio palestino.
Escuelas, restaurantes y transporte público funcionan como si nada hubiese ocurrido, mientras el sonido de los ataques del Ejército israelí sobre el enclave resuena en la urbe.
A Shaked, una joven maestra israelí de 23 años, ese sonido ya no le inmuta y, en cierto modo, le agrada: «A mí no me molesta escuchar la artillería, es bueno porque significa que el Ejército está luchando por nosotros en la Franja», explica a EFE a las puertas de la guardería donde trabaja.
Cerca de este punto está uno de los famosos miradores